En el Siglo 21, el arte de tejer vuelve a encantar a miles de mujeres y hombres, y tú y yo somos protagonistas indispensables
Recuerdas cuándo comenzaste a tejer?
Hice esta pregunta a cientos de tejedoras, y las respuestas son encantadoras. Muchas, la gran mayoría, recordaron su tierna infancia, cuando su abuela o su madre les enseñaban a hacer las primeras cadenitas y ropas de muñecas. Otras relataron haber aprendido en la escuela, y las más jovencitas contaron cómo aprendieron por medio de Youtube y las redes sociales.
Hablando de estos aprendizajes, hay quienes proponen que se vuelva a enseñar a tejer en las escuelas. Esta era una modalidad que se dejó de implementar en la década de los 70 (en mi país), salvo algunas excepciones. En más de 40 años, los programas educativos han ido evolucionando y las actividades prácticas dejaron de tener protagonismo. Así que es muy difícil que vuelva a implementarse como una materia más.
En algunos países, como España por ejemplo, cada vez es más frecuente ver a madres e hijas asistir juntas a talleres de crochet y knitting parties. Y para quienes les cuesta algo más aprender a base de vídeos y tutoriales, no hay mejor ayuda que el sabio consejo de una madre o de una abuela.
Este tipo de encuentros de tejido es una excusa perfecta para pasar más tiempo juntos jugando con ovillos de lana y agujas de madera. Para madres y abuelas, es una forma de volver a esos momentos de la infancia en los que se compartían manualidades en la mesa familiar, mientras se creaban lazos de amor que quedarían sellados en nuestros corazones.
En otras culturas, el tejido es parte de su tradición y los padres se encargan de enseñar esta labor a sus hijos e hijas como medio de trabajo y para que dicha costumbre no se pierda.
En algunos países, como España por ejemplo, cada vez es más frecuente ver a madres e hijas asistir juntas a talleres de crochet y knitting parties. Y para quienes les cuesta algo más aprender a base de vídeos y tutoriales, no hay mejor ayuda que el sabio consejo de una madre o de una abuela.
Este tipo de encuentros de tejido es una excusa perfecta para pasar más tiempo juntos jugando con ovillos de lana y agujas de madera. Para madres y abuelas, es una forma de volver a esos momentos de la infancia en los que se compartían manualidades en la mesa familiar, mientras se creaban lazos de amor que quedarían sellados en nuestros corazones.
En otras culturas, el tejido es parte de su tradición y los padres se encargan de enseñar esta labor a sus hijos e hijas como medio de trabajo y para que dicha costumbre no se pierda.
Dado que tejer es sumamente beneficioso para la salud física, mental y emocional, y que las reuniones de tejido en familia colaboran a pasar tiempo de calidad ya sea en el núcleo familiar como en la socialización, la pregunta es si es posible de recuperar estas actividades en el siglo 21.
¿Qué podemos hacer, tú y yo, al respecto?
Tenemos un tesoro en nuestras manos, y podemos dejar una herencia a quien quiera tomarla: enseñar a tejer al que tengamos cerca, ya sea una hija/o, nieta/o, una amiga o una vecina.
Podrás decir "yo no sé tanto, ni soy profesora/or". Créeme, siempre hay alguien que sabe un poco menos que uno. Eso no nos hace "maestras/os", pero podemos enseñar lo que sabemos, esto es, los primeros pasos, cómo se usan las agujas, cómo se tejen los primeros puntos, cómo se cierra el tejido, etc.
Tú y yo podemos enseñar a tejer a quien tengamos cerca
Así que te pregunto
Aceptas el desafío?
Pat MV
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